Los otros

Se cumplió la predicción de Gil de Biedma: los hijos de los murcianos, de los andaluces, de los emigrantes que no olvidaron sus hogares, junto a los catalanes que también quieren ser españoles, dieron señales de vida. Aquellos niños que hablaban catalán y que el poeta vio cerca de los fosos del castillo quemado por los fusilamientos, en el despedazado anfiteatro, piden parte del futuro de Cataluña.

Los españoles han dedicado un fin de semana a la patria sacando las banderas y asistiendo a los desfiles y manifestaciones en Madrid y Barcelona. Pero no han empuñado la patria como un arma, sino siguiendo aquella máxima ciceroniana: donde está la ley y la libertad, allí está la patria.

Como ha escrito Arcadi Espada, esta vez la ley está con España. Estas apelaciones a la patria, por muy pacíficas que sean al principio, pueden terminar en violencia. Hasta en La Marsellesa, el himno patriótico-democrático por excelencia, se invoca a la venganza contra la horda de traidores.

Un amigo socialista de Barcelona reconoce que la multitud de la Plaza de Cataluña ha dado un ejemplo de tolerancia. «Han salido los otros pacíficamente. Sin radicalismos, y a partir de ahí se pelearán dialécticamente, hablarán las dos opciones y variarán los apoyos entre una y otra. No hay tercera opción, la tercera es la que tiene que salir de hablar y acordar. El proceso será largo y con momentos muy tensos, pero al final habrá una reforma de la Constitución y acordarán algo que funcione 30 años más, y después que se vayan a la mierda porque nosotros estaremos ya en el cielo».

El abismo entre Cataluña y España ha ido ensanchándose. Los unos, que son más que los otros, convirtieron la Historia en una rama de la mitología, pero ya no pueden exhibir ultrajes ni levas forzadas. Desfiló la cabra de la Legión por la Castellana a 160 pasos por minuto, pero en nada se parecía a la gacela del desierto que elogió Camilo cuando llamó a Millán-Astray «el otro manco de Lepanto». Fue una parada militar sin carros de combate y un himno de 20 segundos.

Es verdad que el contraataque de la España democrática, igualitaria, constitucional, aunque exhausta, ha llegado muy tarde. Me explican los que fueron desde Madrid: «Gente joven, abierta, nada de crispación. Se cantó ‘Por Dios, por la patria y el Rey lucharon nuestros padres; por Dios, por la patria y el Rey lucharemos nosotros también’». No me lo puedo creer. Esa canción es de los carlistas y los de la Plaza de Cataluña no iban de carlistas, sino de patriotas liberales.